Rodrigo González (UMCE; UDP; Chile)
Eje Temático: Formas Políticas
En Chile luego de la gran movilización estudiantil del 2011, se realizaron el 2012 las elecciones municipales, las primeras en contar con el voto voluntario, las cuales significaron una enorme sorpresa para los dispositivos de regulación social que al errar ampliamente en las mediciones y pronósticos de las elecciones, comenzaron a hablar de una “crisis de representatividad” generalizada. De esta situación se obtuvieron 2 explicaciones: La primera intentaba demostrar que el voto voluntario fue un fracaso y que a causa de este se volvió impredecible la conducta masiva; la segunda atendía a la causa precedente, a las movilizaciones, indicando que el fortalecimiento del movimiento social había hegemonizado una desafección respecto de la política institucionalizada. Sin embargo ambas lecturas no atendían al denominador común que intervenía en ambos casos, se trata de un sujeto político que no atendía a la distinción entre una esfera consignada a la política con mayúscula y una micropolítica expresada en la diversidad de manifestaciones públicas, se trata de un sujeto que era a su vez objeto y acción, y que jugaba con estas categorías. Proponemos que esa X que provisoriamente osamos llamar “sujeto político”, pero que justamente juega con las categorías clásicas, está estrechamente ligada al concepto de performatividad, el cual permite poner en un mismo plano de acción inmanente, la estructura simbólica y la productividad de lo real, redefiniendo así como dos características inherentes a lo político, el exceso de violencia –o la violencia en tanto que exceso- y el exceso de representación –o la representación en tanto que exceso-. Introducir dicho concepto de performatividad, con sus respectivas características es el objetivo de este texto.
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