Diego Labra (UNLP/CISH)
Cristian Palmisciano (UNMDP/ GESHyP)
Eje Temático Estética y Política
Mariana Eva Pérez es hija de desaparecidos. Sus padres, José Manuel Pérez Rojo y Patricia Julia Roisinblit, fueron secuestraron el 8 de octubre de 1978. A su madre la sacaron embarazada de 8 meses, de su casa, en Palermo. A José Manuel se lo llevaron de la juguetería que tenía en la localidad de Martínez, partido de San Isidro. A Mariana no se la llevaron, quedando en casa de una tía abuela paterna. Tenía 15 meses de edad. Mariana Eva Pérez es la “Princesa Montonera”. En su “Diario”, primero un blog (http://princesamontonera.blogspot.com.ar) y luego un libro, (Diario de una Princesa Montonera -110% de verdad-, Editorial Capital Intelectual, Buenos Aires, 2012), nos cuenta de su vida, y sobre todo de sus sueños. Y por supuesto, “el temita”, eufemismo con el que Pérez elige referirse a la desaparición de sus padres por el Proceso de Reorganización Nacional que gobernó de facto la Argentina de 1976 a 1983. En los sus recuentos no falta alusión a los "hijis" y las "militontas", a “Cristina” y al horror. Los laureles no se hicieron esperar, la indignación tampoco. En la verborragia íntima y la licencia poética, la promesa de "110% de verdad" se tensa entre la narrativa de lo privado y la de lo público. Por un lado, la sinceridad y la confesión como intento desfachatado de sanear la memoria, de desdramatizarla. Y el lugar preponderante del sueño como la puerta a lo inconciente (colectivo), aquello que como sociedad la escritora opina no queremos mirar y se empecina en hacer llegar a la superficie. Y la familia, la última esfera de lo privado desagarrado por la Historia con mayúscula. El hacer público de todo, incluso la pelea con su hermano, tan hijo de desaparecidos como ella pero criado por una familia que lo apropio. Tanto diario intimo como memorias (no Memoria), haciendo evidente la siempre presente incomodidad entre la vida del individuo y lo social. Sobre el fondo, estos temas predominantes se entremezclan sobre el lienzo mayor de la literatura de la generación de los HIJOS, donde se despliegan múltiples estrategias ante la pregunta por cómo seguir viviendo. Cómo honrar el pasado sin dañar la vida presente. Como dejar ir el pasado, sin estar condenado a repetirlo. Preguntas que competen tanto a la esfera de la psicología y la superación personal del trauma, como a la negociación de una memoria social, que inevitablemente es un discurso político que otorga y quita poder, dependiendo de quien lo enuncie.
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