VI Jornadas:
Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea 2015
El “género” y los géneros: nuevas subjetividades
Patricia Chantefort / patriciachantefort@gmail.com / Universidad Nacional de Cuyo
El presente trabajo tiene como propósito señalar un posible recorrido de lectura y análisis a partir de varios autores en torno a la noción de “subjetividad” comenzando con Michel Foucault que presenta la problemática como una línea de investigación nunca clausurada. Luego recurrimos a Judith Butler para apropiarnos de su concepción de la noción de “género” en relación con la performatividad y, desde allí, continuar con el aporte de Beatriz Preciado y su disruptiva forma de pensar el “género” en su diversidad. Y terminamos con Ana María Fernández que retomando ideas de los autores antes mencionados y otros problematiza la noción de “mujer”, por una parte, y enlazada con la de la “diversidad”.
La preocupación de Michel Foucault por el sujeto y las formas y procesos de subjetivación han estado presentes en toda su obra más allá o, quizás, por la aparente discontinuidad de su pensamiento. Él, de hecho, denomina a su tarea de indagación filosófica como “ontología histórica de nosotros mismos” en relación con el saber, con el poder y con nosotros mismos.
El sujeto -para este autor- se constituye no sobre la base de una identidad psicológica sino a través de prácticas de conocimiento y poder sumadas a las técnicas de sí, obviamente siempre en el marco de las determinaciones históricas que lo modelan.
La concepción del poder o, más bien, de las relaciones de poder en Foucault permiten pensar cómo se constituyen las subjetividades en un juego que no deja afuera sino que, por el contrario, implica la libertad para el ejercicio de aquél. Y libertad significa posibilidad de resistencia. Y esto es clave para pensarnos como sujetos no determinados de una vez y para siempre y capaces de movilidades y desplazamientos en cada espacio en que vivimos. Esta perspectiva de la resistencia nos permite asumir que es, ni más ni menos, ese poder en su carácter productivo el que construye sexualidades en tanto que construye subjetividades.
Judith Butler abreva en la obra de Foucault para retomar dicha productividad de las relaciones de poder. El “género” para ella es una construcción socio-histórica que se realiza mediante un proceso de repetición de actos gracias a los que, finalmente, nos llamamos “hombre” o “mujer”. Dicha construcción en su carácter performativo es un proceso temporal en sí que va “diciendo” sujetos y en ese decirnos los sujetos somos. Pero las subjetividades se construyen en el marco de los binomios hombre/mujer y heterosexual/homosexual, siendo el segundo de los términos lo diferente, subordinado e inferior, por ello es preciso entablar diálogos teórico-prácticos para denunciar, por lo menos, el orden heteronormativo impuesto que pretende concebirnos como sujetos instituidos en verdad biológica y ontológica.
Otro aporte en esta cuestión lo brinda la obra de Beatriz Preciado por ejemplo en su noción de “tecnogénero”, en el enlace de las categorías de sexo, género y tecnologías propias de la actualidad. Dicho “tecnogénero” se torna comprensible cuando aceptamos que el sexo es una tecnología de dominación heterosocial y cuya densidad se capta en el marco de comprensión del biopoder foucaultiano, es decir, el poder que gestiona la vida de los sujetos y las poblaciones, sumado al enclave de las prácticas de transformación de las subjetividades en el capitalismo actual. El género -supuesta sustantivación suprema-, es decir, la feminidad/masculinidad no es un concepto aislado, es una ficción somatopolítica producida por un conjunto de tecnologías de domesticación del cuerpo.
Finalmente, Ana María Fernández nos ofrece más elementos para indagar en esta cuestión y nos ha interesado esta contribución porque sus teorizaciones van acompañadas o, en ciertos casos, surgen de su experiencia como psicoanalista, docente e investigadora en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, es decir, reúne en sus afirmaciones teoría y práctica y, además, nos habla desde y en nuestro propio y particular contexto socio-histórico argentino.
Uno de sus libros lleva por título “La mujer de la ilusión” y desde allí queda claro su posicionamiento. La “mujer”, y podríamos hacerlo extensivo a la categoría de género en su totalidad, es una ficción, un constructo que no tiene entidad metafísica. No es posible ni legítimo identificar “mujeres” con “Mujer” como así tampoco “Hombre” en el sentido de humanidad con “hombres”. Y sólo cuestionando y debatiendo esto podremos abandonar el cerco del binomio heteronormativo. Su intención es ir por más: problematizar la diferencia, concebida como lo que siendo históricamente inferior y abyecto debe pensarse como una posibilidad, abrirse a nuevas formas de concebir las subjetividades, tema de actualidad ineludible en el planteo del entrecruzamiento de categorías. Y en esto la influencia de Foucault y el biopoder son evidentes.
Tanto Preciado como Fernández entienden que la única forma posible de pensar en nuevas formas de ser sujetos -nuevas subjetividades- es captando la importancia de la influencia de las estrategias biopolíticas -en el sentido foucaultiano- que nos atraviesan y en ese atravesarnos nos constituyen.
¿Cómo pensar nuevas formas de subjetivación que producen nuevas subjetividades que están presentes ya y que somos más allá de nuestra conciencia de ello?, ¿Cómo abordar la problemática de la diferencia sin acudir a nociones como “locura”, “desviación”?, ¿Cómo mostrar que el abordaje foucaultiano de la biopolítica y, en ella, la forma de gestión de las poblaciones, la gubernamentalidad, son insoslayables para -cuando menos- cuestionar los viejos y tradicionales parámetros de reflexión y las anacrónicas categorías de sexo biológico y el binomio de los géneros?
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