VI Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea - 2015
El
lugar del proyecto educativo rionegrino en el discurso alfonisinista.
Brian Richmond (Centro Universitario
Regional Zona Atlántica - Universidad Nacional Del Comahue)
Luciano Raggio (Centro Universitario
Regional Zona Atlántica - Universidad Nacional Del Comahue)
Resumen:
Tomando
como eje explicativo la reforma educativa provincial pretendemos en
este trabajo analizar las diferentes maneras en que el discurso
alfonsinista de la transición fue operando en Río Negro.
En
primer término diremos que la frontera discursiva basada en la
antinomia “democracia
o autoritarismo”
con la que Alfonsín derrotó al peronismo pudo ser sostenida durante
sus dos primeros años de gobierno gracias a la confrontación con
los sectores corporativos. Esta maniobra permitía señalar la
persistencia en democracia de aquel otro
que impedía su realización plena, generando la pertenencia a un
nosotros
democrático. Sin embargo, en jóvenes provincias que no percibían a
los sectores corporativos como una amenaza real en su territorio,
este discurso que refería a una voluntad democrática decidida a
enfrentar a esos poderes (militares-sindicales-eclesiásticos)
obtenía poca resonancia.
Quizá
por este motivo el discurso del gobernador rionegrino Álvarez
Guerrero, sin desligarse del alfonsinista, haya corrido el blanco del
ámbito corporativo y haya tendido a ubicar el problema de la
democratización en la cuestión cultural de la integración.
Una
población conformada por inmigrantes de todos los puntos cardinales,
distancias de abismo entre los diferentes pueblos, recelos localistas
por disputas económicas o políticas (como la capitalidad) y
sucesivas intervenciones federales se apuntaban en su discurso como
factores que habían abonado la desintegración, que impedía a su
vez una real democratización. En este sentido, los rionegrinos
parecían vivenciar no solo la ausencia de valores y actitudes
democráticas característica de la ciudadanía de Argentina (y de
toda América latina), sino también la debilidad de los lazos
comunitarios necesarios para poder reconocerse como parte de un mismo
colectivo: como
rionegrinos.
Señalar
esta ausencia
genética
(como la calificaba el mandatario) implicaba (re)inscribirse en los
tiempos fundacionales de la provincia e instaba a (re)pensarla junto
a la democracia como un proyecto a llevar a cabo, como una utopía a
seguir, más que como una realidad ya conquistada o preexistente.
La
creación del Ministerio de Educación y Cultura representaría la
primera materialización de aquellos anhelos y tendría como
objetivos “democratizar
la sociedad”
y “elaborar
una auténtica cultura regional propia”1.
Para estos fines se le habilitó el 30% de los recursos totales del
Estado provincial, ubicándose en el primer lugar dentro del orden de
prioridades presupuestarias. De esta manera el ministerio no tardaría
en delinear un ambicioso y original Plan Educativo Provincial “sin
precedentes a nivel nacional”
en el que se configuraba un ideal de “hombre
nuevo”
portador de múltiples virtudes cívicas. Entre otras reformas de
avanzada se proponía la regionalización de los contenidos
curriculares y se definía a la educación como “un
acto político social”2.
Esta
reforma obtendrá relevancia nacional cuando hacia 1986 (luego de
varias derrotas legislativas) Alfonsín relativice la confrontación
directa con las corporaciones y (para seguir sosteniendo la frontera)
comience a hacer hincapié en los aspectos culturales del
autoritarismo. En esta reconfiguración el significante autoritarismo
dejará de restringirse al ámbito corporativo y ese otro
constitutivo
se diseminará en toda la sociedad, entendida esta como resultado de
cincuenta años de sucesivos gobierno dictatoriales. El renovado
discurso orientará entonces sus objetivos a crear “sujetos
democráticos”
a partir de un prolongado proceso pedagógico en el que se vayan
eliminando aquellos resabios culturales del autoritarismo de todos
los ámbitos de la sociedad, empezando por la escuela.
En
este nuevo escenario Río Negro se erigirá como vanguardia y su
reforma educativa será tomada como modelo en los debates del Segundo
Congreso Pedagógico Nacional, pasando muchos funcionarios
provinciales a las filas de la cartera educativa federal.
Pero
al referir a las recurrentes causas de la inestabilidad política el
renovado discurso no sólo haría referencia a la cuestión cultural
sino también a un sistema por demás presidencialista y a un esquema
centralista que hacía proclive a la Nación a caer en las garras de
regímenes autoritarios. Por estos motivos la nueva dimensión del
discurso de la transición fue adquiriendo tintes refundacionalistas
y además de una ambiciosa reforma constitucional el alfonsinismo
propondría el traslado de la Capital Federal.
De
esta manera, el anuncio del traslado de la capital a Viedma en el
contexto del lanzamiento de “La Segunda República” evidencia el
protagonismo que la provincia había adquirido a partir de su
proyecto pedagógico y actúa como nuevo insumo que llena de sentido
al discurso guerrerista de la integración.
Sin
embargo, hacia 1987 el contexto nacional comenzaría a cambiar y a la
crisis económica se le sumarían las sucesivas claudicaciones del
gobierno ante los militares (Ley de Obediencia Debida y Ley de Punto
Final) que terminarían por derrumbar la frontera que sostenía el
éxito del discurso alfonsinista. Río Negro (junto a Córdoba) sería
la única provincia en la que el radicalismo mantendría una
gobernación luego de su desastrosa performance en las elecciones
legislativas de ese año.
De
esta manera observamos cómo la fuerza que el discurso refundacional
alfonsinista le había otorgado al proyecto rionegrino lo impulso más
allá de la estrepitosa caída de aquel y trascendió al nuevo
gobierno provincial. Este sería encabezado por el joven Horacio
Masaccesi que con la consigna “soñar
y hacer”
pretendió mostrarse como el realizador de los proyectos que en
Álvarez Guerrero habían quedado en el mero diagnóstico, y decidió
empezar con el más reconocido. En un “golpe de efecto” la
reforma educativa (que hasta entonces solo se estaba ensayando en
algunos colegios a modo de pruebas piloto) sería generalizada a toda
la provincia sin las previsiones establecidas en el proyecto
original. Sin embargo, más allá de la imprudencia de Masaccesi y
del déficit presupuestario para solventar tamaño proyecto debemos
ubicar las razones del fracaso de la reforma educativa en la caída
definitiva de aquel discurso refundacional que la había llenado de
sentido.
1
Discurso de asunción de Alvarez Guerrero en la legislatura
rionegrina del 11 de Diciembre de 1983.
2
Ibíd, Pág 245.
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