VI Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea - 2015
Violencia y lenguaje: el caso del spanglish
Dra. Laura Echavarría Canto. (UNAM)
Resumen
Siguiendo la perspectiva de los estudios poscoloniales (Spivak, 1985; Bhabha, 1996) concibo a la enunciación como práctica social discursiva que determina quién habla y quién tiene el derecho a hablar al considerar que el sujeto enunciador no sólo constituye al interlocutor sino que además produce prácticas signadas por relaciones de poder-saber. Es desde aquí desde donde, plantean estos teóricos, se posibilita la transmisión de una subordinación epistemológica al saber occidental, al posicionar al sujeto enunciador, en una relación jerárquica, como sujeto ilustrado, que posee un lenguaje que legitima sus prácticas y saberes culturales, destituyendo la postura epistemológica de aquel signado como el otro.
Es en este sentido en el que podemos ubicar la transmisión de la exclusión a partir del lenguaje, transmisión que como acto discursivo construye al sujeto, lo que es claramente visible en el intento de desposesión del lenguaje y por ende de la historia y la cultura mexicana que acompaña la construcción identitaria de los pachucos y chicanos en Estados Unidos. En este contexto de subordinación y desposesión destaca la importancia de la hibridación del lenguaje, entre el español y el inglés, este dialecto conocido como spanglish es hablado por más de ocho millones de chicanos, como forma de resistencia a la cultura norteamericana dominante y a las huellas de sometimiento derivadas de la idea de una inferioridad lingüística y de la subalternización social y cultural que acompaño a la expropiación de los territorios mexicanos por parte de Estados Unidos en la guerra de Texas de 1848. En este sentido, el uso de este lenguaje de la resistencia ha sido significativo para unificar a la población mexicoamericana y uno de sus orígenes puede rastrearse en la figura del pachuco y sus motines de la década de 1940, el uso entre las pandillas de pachucos de la significativa palabra: “ese”, que marcaba a “ese” como aquel que no forma parte del sueño americano: el cholo, el pocho, el pachuco, el otro, a los cuales el poder los constituía como ámbito exterior, como exterior constitutivo, producido dentro de y en los márgenes de la nación americana. De hecho tanto el movimiento pachuco como la segunda guerra fueron determinantes en la emergencia de la comunidad mexicoamericana chicana, de tal suerte que la marginación, su identidad bicultural/bilingüe y su inserción en una sociedad racialmente discriminatoria explican el surgimiento de estos movimientos sociales, con un comportamiento social, un lenguaje y una indumentaria utilizados en el marco de las pandillas de los barrios y aunque los términos cholo, pocho, chicano han sido tradicionalmente utilizados en un sentido despectivo, son posteriormente retomados por estos grupos interpelados, quienes le otorgan un valor contestatario, como oposición y reafirmación, de tal suerte que acuerdo con Butler cuando plantea que el lenguaje tiene un papel fundamental en la constitución de sujetos que son interpelados desde la injuria pero que a la vez, el término ofensivo puede ser regresado al hablante de una forma radicalmente distinta, que puede rebelarse contra sus propósitos originales y producir una resignificación del lenguaje, de esta forma, el apelativo pachuco o chicano se vuelve divisa de orgullo y de coraje, símbolo de autodeterminación, orgullo de etnicidad y concientización política.
Es en este sentido en el que podemos ubicar la transmisión de la exclusión a partir del lenguaje, transmisión que como acto discursivo construye al sujeto, lo que es claramente visible en el intento de desposesión del lenguaje y por ende de la historia y la cultura mexicana que acompaña la construcción identitaria de los pachucos y chicanos en Estados Unidos. En este contexto de subordinación y desposesión destaca la importancia de la hibridación del lenguaje, entre el español y el inglés, este dialecto conocido como spanglish es hablado por más de ocho millones de chicanos, como forma de resistencia a la cultura norteamericana dominante y a las huellas de sometimiento derivadas de la idea de una inferioridad lingüística y de la subalternización social y cultural que acompaño a la expropiación de los territorios mexicanos por parte de Estados Unidos en la guerra de Texas de 1848. En este sentido, el uso de este lenguaje de la resistencia ha sido significativo para unificar a la población mexicoamericana y uno de sus orígenes puede rastrearse en la figura del pachuco y sus motines de la década de 1940, el uso entre las pandillas de pachucos de la significativa palabra: “ese”, que marcaba a “ese” como aquel que no forma parte del sueño americano: el cholo, el pocho, el pachuco, el otro, a los cuales el poder los constituía como ámbito exterior, como exterior constitutivo, producido dentro de y en los márgenes de la nación americana. De hecho tanto el movimiento pachuco como la segunda guerra fueron determinantes en la emergencia de la comunidad mexicoamericana chicana, de tal suerte que la marginación, su identidad bicultural/bilingüe y su inserción en una sociedad racialmente discriminatoria explican el surgimiento de estos movimientos sociales, con un comportamiento social, un lenguaje y una indumentaria utilizados en el marco de las pandillas de los barrios y aunque los términos cholo, pocho, chicano han sido tradicionalmente utilizados en un sentido despectivo, son posteriormente retomados por estos grupos interpelados, quienes le otorgan un valor contestatario, como oposición y reafirmación, de tal suerte que acuerdo con Butler cuando plantea que el lenguaje tiene un papel fundamental en la constitución de sujetos que son interpelados desde la injuria pero que a la vez, el término ofensivo puede ser regresado al hablante de una forma radicalmente distinta, que puede rebelarse contra sus propósitos originales y producir una resignificación del lenguaje, de esta forma, el apelativo pachuco o chicano se vuelve divisa de orgullo y de coraje, símbolo de autodeterminación, orgullo de etnicidad y concientización política.
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