martes, 6 de septiembre de 2022

¿Qué puede querer decir pensar el futuro en nuestras condiciones?

 5-¿Qué puede querer decir pensar el futuro en nuestras condiciones? 

Coordina: Ezequiel Gatto (LICH-CONICET) ezequiel.gatto@gmail.com



Existen diferentes líneas de pensamiento y estudios sobre el futuro: estudios críticos, historia conceptual, filosofías del tiempo, ontologías, pensamiento prospectivo, disciplinas anticipatorias, historias sociales y culturales, etnografías. Esas líneas se coproducen e intersectan. De ese universo, vale destacar aquí tres líneas que pueden hacer las veces de orientadoras de la pregunta que proponemos en este eje. El histórico-sociológico, el filosófico y el programático-político. 

La primera línea, es la del futuro como categoría histórico-cultural y fenómeno sociológico. Al respecto, ha sido muy productiva la hipótesis de Koselleck (1993), según la cual a partir del siglo XVI se produjo en Occidente una mutación en la temporalidad histórica que reformuló la relación entre el espacio de experiencias (lo heredado, lo vivido) y el horizonte de expectativas (los marcos de sentido, las figuras de destino, la orientación de la acción), llamando futuro al desacople entre la experiencia acumulada y las expectativas existentes. ¿Qué consecuencias tiene que la historia deje de ser la maestra de vida para que su lugar lo pase a ocupar el futuro? parece ser una pregunta no sólo por el pasado sino también apta para exploraciones sobre el mundo actual. En esta clave de semánticas históricas y experiencias temporales se han producido numerosas línea de investigaciones del futuro en torno coyunturas y debates políticos, discursos intelectuales, literatura y arte, relaciones intergeneracionales, entre otros. Se abre la posibilidad de toda una arqueología de futuros que permita balances, reapropiaciones y abandonos. 

Por su parte, las sociologías del tiempo (de inspiración durkheimniana) han permitido explorar los modos específicos en que prácticas, discursos, técnicas e instituciones son, también, formas temporales en las que el futuro y el devenir tienen diferentes valores. Uno de los aspectos más productivos y prometedores de estas sociologías preocupadas por el futuro es el estudio ya no de conceptos e ideas sino etnográfico de artefactos, máquinas, saberes e instituciones que, en tanto tales, configuran vínculos con el futuro: la digitalidad, la exploración astronómica, las biotecnologías, las movilizaciones sociales orientadas por diferentes imágenes de lo deseado, los prácticas religiosas, los mercados financieros, los saberes de anticipación (prospectiva, ciencias de datos, probabilística, pronósticos, simulaciones), las prácticas en condiciones de incertidumbre, podrían contarse entre sus objetos. En ese sentido, la actual discusión sociológica sobre el Futuro permite acercamientos novedosos que consideran una pluralidad de posibilidades y consecuencias inscriptas en procesos económicos, biológicos, éticos, ambientales, tecnológicos. 

La segunda línea involucra la filosofía. Al tiempo que la investigación histórica, sociológica y etnográfica renueva conceptos, métodos y perspectivas para comprender los modos de vincularnos con el futuro y tratar de consignar qué ha cambiado al respecto en las últimas décadas, la disolución del rostro del Hombre como una figura en el mar de un cambio histórico-epistémico ha impactado también en la filosofía, que se encuentra imbuida en reflexiones sobre los sentidos posibles de algo así como un futuro poshumanista. Podemos llamar a esto, filosofías del devenir. Utilizando como precursores a Spinoza, Kant, Marx, Bergson, Heidegger, North Whitehead o Simondon una población heterogénea de filósofxs viene pensando, en las últimas décadas, problemas como la inmanencia y la trascendencia, las intenciones y la anticipación, el cambio, la procesualidad, la invención, la superación de dicotomías fundantes (como naturaleza/cultura; necesidad/contingencia, forma/materia; objeto/sujeto), la colonialidad epistémica. Estos tópicos han ayudado a una renovación de la discusión sobre el futuro; sus resonancias son múltiples: la tensión conceptual entre Futuro/Devenir/Porvenir; las críticas poscoloniales del futuro, la cuestión de la anticipación, las relaciones entre imaginación e invención, el problema del fin, la cuestión religiosa, entre otros. En este sentido, la noción deleuziana de Afuera permite concebir la subjetivación como un

plegamiento de ese afuera, y al afuera mismo como la línea que hace advenir el futuro. Es ese afuera, y no la trascendencia, el proyecto, la teleología o el espacio de la representación lo que permite pensar el devenir y, por ende, al futuro de un modo, por así decir, inclausurable. De allí que la cuestión de la anticipación en tanto proyección no desaparezca de la indagación sino que ingrese en una perspectiva poshumanista. No se trata sólo, por ejemplo, de si la Inteligencia Artificial imita o no a los humanos, o si los animales piensan, sino de cuáles serán los ensamblajes que marcarán el pulso de nuestro devenir y, por ende, las gramáticas de nuestras orientaciones. Algo filosóficamente importante parece jugarse entre un pensamiento del afuera y las operaciones de anticipación. 

A la tercera línea (a la que nutren y en la que desembocan las otras dos) la llamaremos programática: propuestas de diverso tenor, alcance y justificación en vistas de reorientaciones sociales, económicas, institucionales. Aquí podemos señalar cosas tan heterogéneaas como las teorías del Buen vivir, los neodesarrollismos, los neorreaccionarios, la planificación poscentralizada, la geoingeniería y el diseño, los aceleracionismos, los decrecionismos, las futurizaciones feministas, las futurizaciones ambientalistas, la revitalización de China, los salvacionismos, las retroutopías, la fuga espacial, utopías anarcocapitalistas, los comunismos y cooperativismos. Contra lo que suele afirmarse, la coyuntura parece más signada por una multiplicación de futuros imaginados y programáticos que por su ausencia. Sin embargo, la sensación y los gestos de la impotencia existen. Y si se hace necesaria una arqueología de estos programas y futurizaciones para entender de qué están hecho, cómo funcionan y que efectos producen, también es necesario ese extraño matrimonio entre la proliferación y la impotencia. 

En esta línea existe también lo que podemos llamar una programática del fin: colapsismos, Apocalipsis, catastrofismos, survivalismos, fantasías de exterminio y un largo etcétera que componen un conjunto cuyo rasgo común es precisar finales más o menos absolutos. La predicción de finales tiene milenios pero hoy día existen dos elementos radicalmente novedosos: las predicciones científicas de ciertos finales (por ejemplo, los propiciados por el cambio climático) y la posibilidad de un fin absoluto o casi absoluto (algo que el Apocalipsis bíblico no consideró jamás), en el sentido de un colapso total o un borramiento de la vida, su extinción. De los finales de la Historia a la historia de los finales. 

Estamos en un momento de cambio civilizacional que, a mi entender, exige pensar al futuro como problema sociológico, filosófico y programático de modo tal de relanzar la estrategia política, dos conceptos que estarán lejos de significar lo que significaron, aceptando que los futuros imaginados -y las estrategias desplegadas- por las políticas emancipatorias de los últimos siglos tienden al desplome, y que muchos relevos históricos recientes de esas estrategias no han tenido la eficacia necesaria para volver la situación a nuestro favor. ¿Qué pasa cuando el futuro ya no es un imperativo imaginado que fuerza a dejar atrás todo pasado en pos de una promesa redentora, como sucedió con los futurismos? ¿Qué pasa con la capacidad de crear cuando no tenemos -porque no podemos o no queremos- una imagen clara de futuro? ¿Qué hacemos con el futuro cuando asumimos que el devenir es interminable? ¿Qué hacer con los discursos del fin? ¿Cómo salir del ahogo simultáneo de la hiperestimulación y la impotencia? ¿Cómo pensar la política? ¿Qué es la justicia? Este eje convoca a aportar elementos teóricos, perspectivas críticas e investigaciones de campo sobre la noción de futuro y sus categorías aledañas (porvenir, devenir, futuridad, futuralidad, futurabilidad, prospectiva, estrategia) así como a intentar responder -o abrir- las preguntas que propicia su invocación política.


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