La tradición retórica y el ciudadano en el discurso de la nueva política
Víctor Alonso Rocafort (Universidad de Talca, Chile.)
Frente a la crisis de la representación política sufrida en España, enseguida se empezó a hablar de nueva política. En el reciente estallido de la crisis de representación política en Chile ya comienza articularse un discurso en torno a la necesidad, también, de una nueva política.
Sabemos de la vaguedad del concepto. Como explica Maurizio Viroli, a mediados del siglo XV se decía que la emergente razón de Estado estaba erigiéndose como nueva política, triunfando de tal manera que hacia el siglo XVII era considerada “la política”. No estamos por tanto ante un fenómeno nuevo.
Y sin embargo, los tiempos son distintos, como los contenidos que se barajan. En un momento político donde aún no ha acabado de articularse un significado siquiera aproximado acerca de qué se comprende por nueva política, hay una necesidad de pensar de forma más clara las bases teóricas que queremos imprimirle. En esta labor será esencial comprender la visión del ciudadano de la que se parte así como el discurso político que le acompañará.
La tradición de la retórica clásica y humanista nos puede aportar gran riqueza en esta labor. Derrotada en la modernidad por otras tradiciones triunfantes de raíz ramista y cartesiana, su recuperación en las teorías de la democracia de los últimos años ha venido de la mano de las discusiones en torno a la deliberación o el llamado giro lingüístico.
En esta ocasión me parece pertinente acercarnos a ella directamente desde nuestras preocupaciones en torno al ciudadano y al discurso político. Autores como Isócrates o Quintiliano habían insistido en la necesidad de formar al ciudadano en la ciencia del bien decir, como oradores y protagonistas de sus ciudades. Si queríamos democracia precisamos de demócratas con capacidad de expresarse convenientemente en el espacio público. Esto habría de ir inextricablemente unido a la reflexión ética. El ciudadano para estos autores habría de ser honrado antes incluso que experto en decir bien.
Con Cicerón encontramos que la retórica no solo permanece unida a la ética, sino también a la política y a la reflexión filosófica. Son los asuntos humanos, cambiantes, contingentes, los que aquella aborda y para los que se prepara el ciudadano cuando la estudia. Y más aún, a este lo vamos a comprender de una manera amplia, más allá de la restrictiva noción de racionalidad de lógicos y dialéctivos, incluyendo asimismo el estudio de las pasiones, la fantasía, el ethos de cada cual y de sus discursos.
A día de hoy la nueva política que emerge lo hace desde una posición crítica. Quienes tratan de renovar la política lo hacen desde la palabra en espacios jerárquicos y de autoridad donde, a pesar de no darse las terribles sanciones de los periodos dictatoriales, sí encontramos diversos riesgos para el orador.
Michel Foucault se aproximaría, también desde la retórica clásica, a la noción de parresía. Alguna de sus comprensiones pueden sernos de utilidad a día de hoy, pues como comprobamos en comunidades políticas como la chilena o la española, el decir veraz, franco y con coraje se está convirtiendo en seña de identidad de los nuevos actores políticos críticos.
En consonancia con esta comprensión de la parresía, aparece una línea retórica encabezada por Isócrates y Quintiliano, proseguida por autores como Giambattista Vico, que parecen reticentes a concebir esta ciencia del bien decir como mera persuasión. Contraria a la manipulación, de la retórica ha de salir un discurso honesto, verosímil, bien fundado y que, aunque sea respetuoso con los diversos auditorios, no caiga en el halago fácil ni en la seducción utilitaria.
¿Cómo combinar estas enseñanzas con el campo político-electoral, comprendido a menudo más como una guerra que como un espacio propiamente político? ¿Es posible recoger enseñanzas retóricas de cara a articular un discurso con el que conformar una nueva política? ¿De qué modo estamos pensando al ciudadano en democracia, hay una efectiva capacidad de decir, hay una formación en este aspecto?
Estas serían, entre otras, algunas de las cuestiones que podríamos discutir al hilo de lo expuesto.
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