Una visión desde la teoría social: identidades construidas en la base del “amor por” la música y la política
Noelia Maizel (Estudiante, UNMdP)
Eje temático: Estética y Política
Desde la base de la teoría social, el arte y la política conviven de manera relacional dentro del espacio social. Los diversos campos donde interactúan los agentes sociales vislumbran una lucha constante por la distinción de acuerdo a los diversos intereses. Para Bourdieu el mundo social es un espacio de múltiples dimensiones construido sobre la base de los principios de diferenciación y distribución. El espacio social es un sistema de posiciones sociales que se definen unas en relación con las otras. Por eso y desde la teoría bourdesiana, lo social es relacional y existir es existir en la diferencia.
Así, es fundamental la representación que los agentes se hacen del mundo social, el habitus, relacionado con las acciones, las prácticas, las preferencias de los agentes que se conforman entorno a ese campo del espacio social asociadas a diferentes condiciones y estilos de vida.
Tanto la política como el arte son campos que estructuran habitus, que moldean las prácticas de los agentes y a partir de las cuáles se crean identidades. Desde esta perspectiva, la sociología debe desenmascarar, debe generar una ruptura en la naturalización de las prácticas, de los marcos de referencia y de los círculos sociales que entrecruzan al actor social.
Trayendo al análisis el libro “El fanático de la ópera” de Benzecry, propongo establecer ciertas rupturas con la sociología clásica pero sobre todo indagar en las cuestiones principales de la sociología del apego que hacen que un actor social configure una rutina de prácticas incentivadas por el “amor por”. Los amantes de la ópera llegan a desarrollar un intenso apego emocional por ella en la base de un sentimiento de amor, auto trascendencia y prácticas encarnadas en su carácter sensual y corporizado. Ubican a la música como una experiencia multifacética, que lleva a experimentar sentimientos y sensibilidades corpóreas y a flor de piel, pero que, a su vez conducen al oyente al camino de un aprendizaje experimental que hace de éste una mejor persona.
Desde las últimas de décadas ha habido una fuerte configuración de identidades políticas que se arraigan en el apego emocional. ¿De qué forma podemos relacionar esta forma de apego por la música con la manera de construir identidades políticas? ¿Ambas no representan una elección para convivir en el mundo social a través de distintos lenguajes y experiencias? Son preguntas que intentaré resolver a partir de la teoría de la identidad, los procesos políticos y la sociología de las emociones, pero que a su vez, son interesantes para reflexionar desde la teoría social y desde lo personal, como actores sociales, “políticos y artísticos”.
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