La multitud en debate
Luciano Tepper
Durante las últimas décadas, el pensamiento de Negri y Hardt se ha impuesto como una referencia central para el pensamiento político contemporáneo. A lo largo de distintas obras (Imperio, Multitud: Guerra y Democracia en la era del imperio, y Commonwealth: El proyecto de una revolución en común) Hardt y Negri han emprendido un análisis de lo que denominan el nuevo orden biopolítico del mundo, que implica tanto un cambio en la noción del moderno Estado-Nación como la emegencia de nuevas formas de resistencias al sistema global. La transformación radical del modo de producción por la hegemonía de la fuerza de trabajo inmaterial y por la cooperación del trabajo vivo, a la cual -según estos autores- asistimos, alteró los parámetros bajo los cuales pensar cuál puede ser el agente que subvierta el capitalismo. En este marco, estos autores han acuñado el término multitud para nombrar el sujeto capaz de transformar las condiciones actuales del capitalismo. La acción política orientada a la transformación y a la liberación, debe pensarse ya no en relación a la noción de pueblo, masa o muchedumbre, o incluso de clase social, sino sobre la base de la multitud.
Más allá de las críticas recibidas a su particular caracterización de las mutaciones sufridas en el capitalismo y de las nuevas configuraciones laborales que teorizan, la emergencia de estas reflexiones ha suscitado un fuerte debate en el ámbito académico y en movimientos sociales en lo referido al enfoque inmanente de la ontología política propuesta por estos autores. A partir de hacer de la inmanencia una categoría central para dar cuenta de la multitud, conviertiéndose en fundamento de su unidad, algunos autores han advertido sobre las consecuencias que ello suscita a la hora de tematizar la cuestión del sujeto político y la emancipación que le corresponde.
Por un lado, una referencia central en estas críticas proviene de Rancière, quien combate la ontologización de la política en los planteos de Negri y Hardt. El filósofo francés contrapone su noción de pueblo a la categoría de multitud que utilizan los autores. Para Rancière, puede entenderse pueblo constituye el sujeto específico de la política y presupone una división en el cuerpo social que no puede ser reconducida a forma alguna de unidad inmanente.
Por su parte, en sintonía con Rancière, Laclau también ha realizado críticas al vínculo que Hardt y Negri establecen entre ontología y política. Este último autor señala que los enfoques inmanentistas implican rechazar una mirada propiamente política de las luchas sociales y eliminan el momento de la “articulación política”, la que sustituida por una supuesta agregación espontánea de las luchas.
Hacer un balance de estas críticas se torna necesario no sólo para problematizar el estatuto que le cabe a la política en el planteo de Negri y Hardt, sino también para reflexionar sobre los posibles límites que pueden tener las nociones propuestas por Rancière o Laclau para dar cuenta de demandas que están a la base de la noción de multitud, como es el caso de diferencia o de la lucha anticapalista. No solo vale preguntarse si la noción de multitud puede satisfacer las demandas que a la luz de Hardt y Negri debe cumplir , sino también si la crítica de Rancière o Laclau supera aquello que critica.
Más allá de las críticas recibidas a su particular caracterización de las mutaciones sufridas en el capitalismo y de las nuevas configuraciones laborales que teorizan, la emergencia de estas reflexiones ha suscitado un fuerte debate en el ámbito académico y en movimientos sociales en lo referido al enfoque inmanente de la ontología política propuesta por estos autores. A partir de hacer de la inmanencia una categoría central para dar cuenta de la multitud, conviertiéndose en fundamento de su unidad, algunos autores han advertido sobre las consecuencias que ello suscita a la hora de tematizar la cuestión del sujeto político y la emancipación que le corresponde.
Por un lado, una referencia central en estas críticas proviene de Rancière, quien combate la ontologización de la política en los planteos de Negri y Hardt. El filósofo francés contrapone su noción de pueblo a la categoría de multitud que utilizan los autores. Para Rancière, puede entenderse pueblo constituye el sujeto específico de la política y presupone una división en el cuerpo social que no puede ser reconducida a forma alguna de unidad inmanente.
Por su parte, en sintonía con Rancière, Laclau también ha realizado críticas al vínculo que Hardt y Negri establecen entre ontología y política. Este último autor señala que los enfoques inmanentistas implican rechazar una mirada propiamente política de las luchas sociales y eliminan el momento de la “articulación política”, la que sustituida por una supuesta agregación espontánea de las luchas.
Hacer un balance de estas críticas se torna necesario no sólo para problematizar el estatuto que le cabe a la política en el planteo de Negri y Hardt, sino también para reflexionar sobre los posibles límites que pueden tener las nociones propuestas por Rancière o Laclau para dar cuenta de demandas que están a la base de la noción de multitud, como es el caso de diferencia o de la lucha anticapalista. No solo vale preguntarse si la noción de multitud puede satisfacer las demandas que a la luz de Hardt y Negri debe cumplir , sino también si la crítica de Rancière o Laclau supera aquello que critica.
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