La inalcanzable altura de las circunstancias
Nuñez, Javier Norberto (Estudiante -UBA)
Di Baggio Vega, Victoria (Estudiante -UBA)
Eje temático: Estética y Política
Si de lo que se trata es de articular un discurso de izquierda a partir del concepto de emancipación, entonces el planteo debe exigirse a sí mismo un conocimiento de su acción como una praxis que, actuando en un terreno contradictorio, solo puede ser más compleja de lo esperada. No lo decimos porque sea un sujeto único y transparente el que vaya a realizar esa transformación que se reclama sino porque una izquierda que no afronte el problema del poder, de la construcción política y del Estado, se limita a dejar un testimonio. Frente a la hegemonía neoliberal, la izquierda generó diferentes formulaciones: una socialdemocracia de la tercera vía que renunció a sí misma, renovados autonomismos que pocos resultados mostraron, obstinadas recurrencias en prácticas que ya no se mostraban eficaces. El cambio de siglo en América Latina confirmó cierto capricho de la realidad para con quienes la interpretan: el desafío al neoliberalismo fue diferente de como se lo esperaba. Justamente, porque existen crecientes diferencias entre los distintos contextos -entre una América Latina que intenta un posneoliberalismo mientras que Europa profundiza el ajuste ortodoxo- el discurso de izquierda necesita escapar a la tentación de una emancipación indeterminada que –obsesionada en conservar su pureza- se despreocupa de como ese discurso interpela a sus sujetos: si algo demuestra las experiencias de la pasada década en Latinoamérica es que si la izquierda se abstrae de los problemas y las representaciones concretas de sus países, se escinde y se condena ante las urgencias del momento. De ahí no se deduce un reformismo permanente: denostando las relaciones de fuerza, la teoría política no da las respuestas que de ella se espera, si solo se enfoca en esas correlaciones deviene mezquina en su trabajo. De esta forma, la teoría política necesita recuperar determinados problemas que se le aparecen apenas se arroja a una realidad puntual que la persistencia en un ser indeterminado dislocado desde su formulación de lo óntico no consigue explicar de forma satisfactoria. Un discurso de izquierda debe recordar que el rechazo a todo esencialismo, que bien exige la academia, no necesariamente se prolonga en las representaciones de los a los que se pretende acompañar. A la deconstrucción de esos esencialismos que se mostraron inconsistentes en el siglo pasado, debe seguir un estudio de la praxis que no los retome pero que aporte a una comprensión cabal de la acción política de izquierda que no quede reducida ni a una racionalidad estratégica ni a un pliego de buenas intenciones, formulado como lo radicalmente otro del poder y del Estado. En su mutua relación, el discurso de izquierda y la teoría política encuentran una doble demanda: por un lado, enunciar las posibilidades emancipatorias de nuestro tiempo sin olvidar cual es este; por el otro, dar cuenta de que la participación que busca ese discurso no es una mera contingencia de la que nada se puede decir sino que se encontrará –por su propia dinámica- ante desafíos que la teoría política toma desde hace siglos como su objeto cuando no se recluye en la comodidad de la torre de marfil. En la resolución parcial contradictoria y siempre trágica de las oposiciones entre el proyecto y su realización en la acción se encuentra en la instancia que la teoría necesita explicar para contribuir, con sus limitaciones, a ese discurso emancipatorio. El trabajo se propone revisar algunos de esos planteos con vistas a las exigencias que se le presentan a una praxis de izquierda de forma tal que cuando los acontecimientos fuercen la recurrente aparición de –digamos- cierto realismo, se lo pueda mirar de frente.
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