Hospitalidad y don. Reflexiones políticas en torno de la teoría de Jacques Derrida
Ana Paula Penchaszadeh
Eje Temático: Formas políticas
Derrida busca deconstruir toda la metafísica de la presencia, comenzando por el sujeto mismo, para extender el concepto de responsabilidad hacia todo aquello que hasta ahora se encuentra por fuera de la humanidad. El otro como radicalmente otro sólo aparecerá desapareciendo, es decir, resistiéndose a la incorporación como otro. Así, será preciso cuestionar el sentido común que ha vertebrado hasta ahora la reflexión acerca de lo propio, del deber y de la responsabilidad, para hacer lugar a todos aquellos vivientes que sufren y cuyos gritos y aullidos se hacen sentir, hablen o no. No se podrá dejar librado ningún lugar para un “matar no-criminal”, debiéndose correr el eje del sujeto responsable de sí, hacia el “sujeto responsable del otro antes de serlo de él mismo como ‘yo’” (Derrida, 2005: e.d.).
En este trabajo se abordará el problema del don, a primera vista, de un tipo de intercambio entre personas que se dan a sí mismas y a los otros dando cosas. A primera vista, y sólo a primera vista, el vínculo consigo mismo y con el otro del sujeto se encontrará dado bajo la forma de un don entendido como intercambio. El sujeto se mostrará descentrado de sí mismo, necesitando de la refracción de su propia imagen en los otros para afirmarse y darse a sí mismo una identidad: se reconocerá asimismo que la identidad es ‘relacional’ y que no hay ‘sujetos’ sino procesos de ‘subjetivación’. Pero esta primera perspectiva, antropológico-social, se verá desbordada por la lectura del don que propone Derrida. Éste mostrará cómo esta perspectiva reduce el problema del don a los términos del cálculo, de la cuenta, de la devolución y del intercambio simbólico, presuponiendo la existencia de sujetos (con determinados atributos) que pueden/deben reconocerse unos a otros (es decir, ser capaces de compartir y de reconocerse a partir de un orden ético). El don como acontecimiento, sin embargo, no podrá nunca reducirse para Derrida a su fenómeno (a su hacerse presente). Como figura al mismo tiempo de lo posible y lo imposible, el don encierra el problema de la identidad, pues ella siempre siempre será un presente que nos hablará de un tiempo y de cierta espacialidad (como aquello que no puede darse por definición) y de un regalo-don atravesado/mediado por el orden de lo simbólico (pues, se pueden dar cosas, se puede construir un orden simbólico con ciertas fronteras, pero la dimensión de la identidad como don se encontrará sustraída infinitamente y diseminada en su sentido).
¿Cuántas paradojas dolorosas será preciso experimentar para exponer la política a su límite, es decir, a su imposibilidad misma? ¿Qué tipo de esperanzas alberga el concepto de hospitalidad-don para pensar y concebir una política diferente? ¿Abre la teoría derrideana algún espacio para la libertad a partir de la denuncia de la estructura sacrificial de nuestras sociedades falologocéntricas?
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