Primeras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea (Ver Introducción)
Eje Temático: Identidades, representación y política
Coordinador: Carlos Figari
Hablar hoy de representación, política e identidades implica situarse en un nudo central no sólo de la ciencia política, en particular, sino de la teoría social en general.
En relación con esta cuestión se discute la supuesta “culturalización” de las luchas políticas del presente centradas en lo corporal en detrimento de nociones como clase social, de acuerdo a la opinión de ciertas corrientes marxistas. La política cultural del capitalismo multinacional funcionaría como una pura política de la identidad, que no cuestiona su estatus de comunidad y desde allí se afirma demandando derechos. Paradójicamente terminaría definiéndose así en los términos que el reconocimiento del estado le impone.
Sin duda, tales posicionamientos poco tuvieron en cuenta, por ejemplo, las intensas discusiones de la militancia de los 70 y 80 en América latina atravesada de punta a punta por la cuestión de clase y las luchas “particulares” que establecían como programa las mujeres, los negros y negras, los pueblos originarios y los homosexuales, lesbianas y travestis, a los/as que condescendientemente se les concedía el derecho a ser “luchas menores”. Ni los problemas se desplazaron, ni otros temas les vinieron a robar cartel, simplemente no se tuvo en cuenta la complejidad de estos nuevos emergentes y sujetos colectivos y los giros teórico/políticos que originaron sobre todo en la última década del siglo XX. En este sentido, una diversidad de tendencias en los estudios culturales son críticas a la trivialización de las diferencias, como las propuestas del marxismo culturalista de la escuela de Birmingham -especialmente Raymond Williams Edward P. Thompson y Stuart Hall – y fundamentalmente los aportes de la teoría poscolonial y queer.
Desde este eje proponemos, con una mirada transdisciplinaria, iniciar este debate a partir de los siguientes interrogantes: ¿Es legítimo presuponer sujetos subalternos previos a la demanda o debemos entender todo antagonismo como una marca en un proceso histórico que se materializa en rasgos específicos, con combinaciones frecuentemente aleatorias y que, además, es el conflicto precisamente el que crea ese otro diferente?
¿Resulta posible producir conocimiento político sin asumirse epistémicamente como un “cuerpo situado"?
¿ La política cultural de ciertos movimientos sociales nuevos como el antirracismo, el antisexismo, la antihomofobia, etc” constituyen solamente un “objeto específico” de lo “políticamente correcto” o una transformación de lo político?
¿En que condiciones de producción identitaria las “minorías” terminan siendo formas de regulación incorporables al mercado?
¿Al normalizarse en términos de reconocimiento, los movimientos de minorías obturan así cualquier posibilidad emancipatoria?
¿Es posible una identidad colectiva que revise sus bases esencialistas en pos de articular luchas populares?
¿La revisión crítica de la “posición propia” evita forcluir otros conflictos y así ampliar permanentemente la vía emacipatoria?
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