A propósito de la invitación a leer Derrida

Invitación:

Les escribo para invitarlos a discutir y trabajar el texto de Derrida Voyous (Canallas. Dos ensayos sobre la razón). La idea es hacer dos encuentros de trabajo, el lunes 26 de octubre y el miércoles 28 de octubre de 15 a 18hs. en el IIGG (aula 2 y sala de reuniones, respectivamente) , para pensar, entre otras cosas, el concepto de democracia propuesto por Derrida en este texto. La idea es leer o exponer ideas, preguntas y comentarios (no más de 5-6 páginas cada participante) y luego discutir interpretaciones y lecturas.
Les ruego que manden este mail a aquellas personas que conozcan que se encuentren interesadas en el pensamiento de Derrida.
Aquellos que tengan interés en participar comuníquense conmigo para que pueda ir pensando la "arquitectura" del encuentro.
Gracias y saludos!

Ana Paula Penchaszadeh
P Si no es necesario, no imprima este correo. Todos somos responsables por el cuidado del medio ambiente.

PD: La semana que viene voy a dejar una copia del libro en la fotocopiadora "El Apunte" de Marcelo T. (frente a la facultad).

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Ana Paula, pidió también si alguien quería adelantar por escrito alguna inquietud o comentario sobre la obra de quien alcanzara en vida el rango de uno de los pensadores más prominentes en su tiempo.

En primer lugar, más interesante que leer, puede resultar deconstruir, este texto, cualquier otro texto de Derrida o de quien fuera (como si tampoco fuera simple poder sujetar un texto a un nombre propio), porque si en definitiva debemos sacar alguna enseñanza de este pensador es que no hay una verdad fija, ni en la misma obra de Derrida.

Ante todo debemos reconocer que nos encontramos en una situación privilegiada para hacer una lectura -más aún, política- de Derrida, al vivir en un país como la Argentina. El pensamiento de Derrida es un pensamiento que no encuentra lugar, que está -como diría Zizek: "out of joint" (fuera de juntura)- un poco como la Argentina. Entonces, poder hacer esta lectura desde un lugar que le cuesta entrar en todo sistema, es al menos (para los creyentes) una bendición de dios. Por esto nos podemos vanagloriar de que tenemos la mejor carne y que nosotros podemos entender a Derrida, por estar justamente -en ese lugar que tanto señala- el adentro del afuera.

Un poco en broma (porque tampoco lo puedo hacer en serio) siguiendo el ejercicio -el "gesto"- de la deconstrucción en torno al concepto Canalla, diría que el origen de la palabra viene de estar entre los perros (can) y que el primer canalla fue Diógenes. Diógenes, el filósofo que vivía en el barril estaba rodadeado de perros, por eso lo llamaban canalla. Pero Diógenes también es el filósofo que logra salirse con las suyas, es decir, hacer lo que quiere a pesar de la apreciación de los demás.

Existe un episodio netamente político en la vida de Diógenes, su encuentro con Alejandro Magno. Alejandro -quien admiraba a Diógenes- se le presentó y le dijo: -"Pídeme lo que quieras de mi imperio". Diógenes le contestó pidiéndole que se corra porque le tapaba el sol. A partir de aquí podríamos pensar ciertas corrientes cínicas de nuestra filosofía contemporánea en la que podríamos considerar hasta a Foucault. El filósofo que reconoce lo efímero de nuestras creencias y que no evita hacerle notar esto a los poderosos. Alguien que no censura revelar el truco del mago y mostrar las sogas, mecanismos y efectos, detras de las tecnologías de poder.

En muchos sentidos debemos volvernos nosotros mismos en canallas -en este sentido el del filósofo que vive en barril simplemente porque no le encuentra la gracia a ese simulacro de un orden establecido e inmanente en la cosas mismas.

Aquí podemos ver que este gesto, esta posición retórica -como si pudiéramos encontrarle un tropo, la figura- canalla tiene dos efectos.

La posición de canalla en el desposeido tiene un efecto completamente distinto que en el poderoso. El canalla desposeído es aquel que se las ingenia para escapar de la opresión del poderoso. Para el caso del poderoso, la actitud canalla tiene un efecto inverso. Los poderosos son canallas en la medida que utilizan su poder para hacer lo que quieran independientemente de lo que digan y piensen los demás.

Al margen del ejercicio, me parece que la propuesta de Derrida es pensar que existe detrás de la pregunta. ¿Cuál es la pregunta detrás de la pregunta? Como si el preguntar no fuera del todo ingenuo y tuviera ya un preconcepto de lo que espera como respuesta. Una vez más Derrida señala el filo del discurso de la filosofía, sus fronteras y por sobre todo sus umbrales. Los umbrales son para Derrida como los espejos a Borges. El umbral es el lugar donde algo deja de ser una cosa pero aún mantiene rasgos de la identidad anterior. El umbral es ese adentro del afuera que tanto deslumbra a Derrida.

Una de las claves de este pensamiento se encuentra en la hipótesis gramatológica. Esta hipótesis plantea que una ciencia sobre la escritura es en realidad una ciencia sobre las condiciones de la ciencia, hasta una ciencia de la filosofía. Es entonces la escritura la entrada privilegiada en el pensamiento de Derrida. En una afirmación extrema -(sesgada por una obseción personal por el nudo que constituyen dos obras como la gramatología y las palabras y las cosas de Foucault)- las cosas son lo que escribimos de ellos.

Aquí hay una inversión de dimensiones descomunales -que opacan la inversión hegeliana de Marx- que poene patas para arriba el pensamiento de Rousseau, Saussure, Marx y Freud. El verdadero lenguaje proviene de la escritura y no del habla. El habla es un resultado de la escritura. La archi-huella, la marca originaria, el trazo primitivo en la tierra, es lo que nos hace ingresar a la cultura, o el regímen de la violencia de la letra.

Aquí mismo también reside la crítica al eurocentrismo y la primacía del fonocentrísmo. Como Diógenes, Derrida se rié de la ingenuidad de la escritura europea que captura el sonido del habla y para variar, universaliza esta idea en sus fábulas.

Por eso cuando nos invitan a leer, -una actividad tan burguesa para un intelectual- un autor como es además Derrida, no me queda otra cosa que reaccionar de esta manera, comprometiéndome con el gesto de la deconstrucción, buscando la pregunta de la pregunta, esa afirmación que le precede a la interrogación.

Ana, estaremos ahí el 26 y el 28, no para leer, sino para contaminar el adentro con el umbral.