6. Martes, 2 de junio
“Deleuze Hermético. Materialismo, espiritualismo y micropolítica de la experiencia” - Juan Salzano
Recientemente se han desatado ciertos debates sobre la obra de Deleuze
que giran en torno a la vinculación de su política y de su “misticismo”.
La crítica fundamental proviene de Peter Hallward. Esta crítica (que es
cercana a la de Zizek) consiste en decir que Deleuze es demasiado
"místico" y “escapista” (es decir, que en su obra hay una búsqueda de
“otro mundo” ajeno a éste) como para resultar eficaz y relevante en
términos de políticas de transformación social. No obstante, la mayoría
de los pensadores que han intentado defender a Deleuze de estas
críticas, suelen utilizar la estrategia de desligar su obra de sus
aspectos místicos, esotéricos, brujos, etc. (omnipresentes en ella) con
el fin de ratificar su estricto materialismo y, por ende, su relevancia
política. No obstante, una excepción a esta regla es el filósofo Joshua
Ramey (entre otros autores contemporáneos que se conducirán por la misma
línea). Su intervención en el debate consiste en señalar que ambos
planteos (a favor y en contra) asumen, erróneamente, el mismo punto de
partida pre-establecido: “El esoterismo, la brujería, el misticismo,
etc., tienen como consecuencia el conservadurismo, la complicidad
escapista o la simple ineficacia política”. Ramey intentará discutir y
refutar este supuesto compartido por ambas posturas en su completísimo y
original libro: "Deleuze Hermético. Filosofía y prueba espiritual"
(además de hacerlo en varios de sus ensayos y compilaciones de otros
autores). Recordando el libro de Stengers y Pignarre ("La brujería
capìtalista"), insiste en que la creencia contemporánea de que "no se
pueden discutir las reglas del juego capitalista", la cual conduce a una
pérdida de la "imaginación creadora" de otros modos de la política,
está vinculada a una especie de "hechizamiento" (económico, pero también
libidinal –es decir, perceptivo y afectivo–) provocado por el
capitalismo (tal y como también lo plantea Marx en “El Capital”), y por
lo tanto, releer y comprender nuevamente la historia, teoría y práctica
del esoterismo, la brujería, el chamanismo, etc. (como micropolíticas
“bastardas” y “nómades” de la percepción, de la afectividad y de los
modos de la creencia) y la relación que tienen con la obra de Gilles
Deleuze, resulta imprescindible para recrear la intervención política
contemporánea en un capitalismo que se ha convertido en la producción de
un modo de subjetivación específico que captura el futuro y sus
virtualidades para hacer de nosotros sujetos predecibles (“el deudor en
la sociedad de control”).
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