DEBATES ACTUALES DE LA TEORÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA
En un doble juego en el que se “podría”
abrir un pensar otro de la política y
de lo político, he aquí mi invitación. Los
invito a reflexionar, a volver sobre viejas/nuevas formas que, bajo un “ropaje”
conocido, esconden inéditas nuevas formas de modelar la política actual. Desinvito, a su vez, a todos aquellos
que pretenden realizar una discusión sobre un terreno firme y seguro, haciendo
de las palabras irremediablemente cosas y de las cosas irremediablemente palabras,
sin mediaciones, sin dudas, sin dilaciones. Invito, así, a una reflexión que parta
de una sospecha, de un “trabajo deconstructivo” acerca de y sobre los conceptos
que utilizamos para aprehender, construir
y dar forma a la “realidad política”. Desinvito, finalmente, a todos aquellos que no
conciben la política y lo político a partir de la inexistencia de un origen y
fundamento de lo social.
Se trata de “formas políticas”, a
saber, de una pluralidad polifónica de registros, fronteras, cierres y
construcciones, que traduciré por “formas políticas democráticas”. El sentido de lo democrático es tan profuso y
esquivo que, creo, no atentará contra el espíritu plural de nuestro eje y, a su vez,
nos obligará a revaluar el peso de esta herencia. La democracia siempre se ha
erigido y se erige en “nombre de” la política más excelsa. Es una forma política
por excelencia, que atenta contra cualquier apropiación política y óntica. Promesa
y desajuste constante cuya particularidad es nunca ser, efectivamente, lo que es. La
democracia, según la fórmula derrideana (que estará revoloteando y asediando
este eje), es “un lugar que da lugar sin
ser un lugar”.
Invito, entonces, a todos
aquellos que tengan ganas de discutir acerca de lo que se hace, se dice y se
calla en política, hoy, en nombre de la democracia.
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