8 y 9 de Noviembre 2019, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata
Eje 1.- ¿El futuro llegó hace rato? Gubernamentalidad neoliberal, desposesión, aceleración y el porvenir de lo común.
Emiliano Sacchi (CONICET/UNCO) y Matías Saidel (UCSF- CONICET / UNER)
Vivimos en una época signada por discursos apocalípticos, ya sea seducidos por sus promesas, aterrados por sus amenazas o, cada vez más, hastiados por su ineficacia: fin de los grandes relatos, fin de la historia, fin de la política, fin de la filosofía, muerte del hombre e incluso fin del mundo. Más aún, cuando nacían estas escatologías a fines del siglo pasado todavía implicaban una disputa por lo novedoso que revelaban y a lo que podrían dar lugar: los relatos del fin convocaban todavía a la proliferación de los “post”. La situación actual parece ser aún más complicada: a la vez que la mayoría de esas escatologías pierden vigencia, también se desdibuja la pregunta por el por-venir. En ese marco, resulta comprensible que la ciencia ficción de las últimas décadas prefigure cualquier alternativa a este mundo como un escenario post-apocalíptico donde el brillo del capitalismo pervive junto a la miseria, el hambre, la neo-esclavitud o la guerra de todos contra todos. En ese sentido, la lógica cultural del capitalismo tardío está gobernada por la posible existencia de otro mundo pero excluye definitivamente la posibilidad de un mundo otro. El futuro, aparece así, clausurado en las lógicas más crueles y mortíferas del presente. La acumulación y la desposesión como único futuro son el revés idéntico de la celebración neoliberal de la flexibilidad, la incertidumbre y la competencia emprendedora como fuentes de la innovación. En el diccionario neoliberal “innovar” quiere decir reducir lo nuevo a las relaciones sociales de producción existentes, es decir, al imperativo de la rentabilidad empresarial. En ese sentido el llamamiento (siempre idéntico) a la innovación permanente es complementario con el rol de las finanzas y la deuda como instrumento de apropiación del futuro y de neutralización de los posibles. La deuda, como sostiene Lazzarato, condena al futuro a pagar los intereses del presente, obtura sus posibilidades indeterminadas, lo clausura y lo pone al servicio de la valorización actual. Lo único cierto que podemos saber del futuro (del mundo y de nuestras vidas) es que en él tendremos las deudas contraídas hoy. En este cuadro, el fin del capitalismo y un mundo otro parecen sencillamente impensables. Como señalara oportunamente Deleuze, la condición existencial de nuestro tiempo es la de una “moratoria ilimitada”, deudores y despojados incluso más allá del fin del mundo. There is no alternative, Thatcher dixit. En ese mismo sentido, Graeber señala que, en tanto proyecto más político que económico, el neoliberalismo está más interesado en hacer imposible cualquier alternativa al capitalismo que en volverse económicamente viable. Su imperativo sería, como recuerdan Dardot y Laval: Après moi, le déluge. Síntoma de esta crisis del tiempo, de sus bifurcaciones y de lo posible, es el reciente éxito del manifiesto aceleracionista y su llamado a reconsiderar el desarrollo tecnológico actual más allá del romanticismo tecnófobo que ha caracterizado a la teoría crítica y a la izquierda de la postguerra y que identifica el rechazo al capitalismo con un rechazo a la tecnología tout court. Retomando el gesto marxista que celebra la potencia desterritorializadora del capital, estas corrientes entienden que las fuerzas productivas desatadas por el neoliberalismo pueden ser redirigidas hacia objetivos comunes. Lo que implica, a su vez, superar la nostalgia del fordismo y el keynesianismo. De la misma forma, las problematizaciones que giran en torno de lo común y los comunes consideran que la producción se vuelve actualmente cada vez más colaborativa y que el capital, con su comportamiento parasitario, se ha vuelto un límite estrecho para las multitudes que producen de manera cada vez más autónoma. Más allá de matices más pesimistas u optimistas, lo que estas problematizaciones ponen de manifiesto es la dificultad de nuestro tiempo para pensar aunque más no sea un lábil vínculo entre lo actual y el futuro más allá de las modulaciones del capital. Más aún, para pensar de forma realista la cuestión del futuro. Teniendo en cuenta estas y otras perspectivas sobre lo que nos acontece en nuestro presente y lo que cabe esperar del porvenir, y retomando la idea de un vínculo permanente entre el diagnóstico y la experimentación como un modo de franquear los límites del presente, en este eje nos interesa debatir acerca del funcionamiento del capitalismo actual, de las posibilidades políticas y subjetivas que la gubernamentalidad neoliberal produce y obtura, sobre las resistencias que se van configurando y sobre los posibles futuros que pueden elaborarse en el cruce de estas cuestiones.
Ver Segunda circular
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